MISCELÁNEA |
NO LO OLVIDEMOS |
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La tierra, el agua, el cielo, todas las formas de vida animal y vegetal, por minúsculas que sean; toda esa naturaleza de la cual formamos parte y sin la cual no podríamos vivir, ni siquiera sobrevivir, la estamos olvidando, ocultando detrás de mamotretos de hormigón, de prisas para no llegar a ningún sitio, de ambiciones materiales que nos reportan dos días de euforia y dos años de sacrificio, de una carrera que nunca termina, de una red que nos atrapa más cuanto más nos metemos en ella. |
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LA VI PASAR POR LA RAMBLA |
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Palmera en la explanda de Alicante. Foto: Javier Soria |
Joven, esbelta y hermosa,
con unos aires de diosa una falda hasta el tobillo una blusa de ganchillo y en la pechera una rosa. Siendo tu cuerpo como es con la marca de Serrano, ¿qué sierra te habrá parido?, porque por mucho que digas que te parió ser humano no seré yo quien quisiera al fuego meter la mano. Los adoquines celosos discutían entre ellos: ¡Hazme sitio de inmediato!, quiero sentir en mi rostro el roce de su zapato. Las palmeras entre ellas: ¿Has visto cosa más bella? nunca vi tanta presencia, hermosa como una estrella; hemos de tomar conciencia, si no se va de la calle sufriremos competencia. Ya llegó a La Explanada, y el sol que son sus destellos la cara le iluminaba y al mismo tiempo la brisa su cabello alborotaba Qué belleza, qué elegancia, qué forma de caminar, qué manera de atraer miradas a su presencia. Pero al llegar a la playa se quitó la falda que a los tobillos llegaba, se quitó también la blusa que de ganchillo llevaba, se quitó todo el encanto que a mi me fascinaba. Autor: José Diego González |
NUBES DE PASO |
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Relámpago en la noche de Alicante. Foto: Javier Soria |
Una noche cualquiera de agosto, después
muchos días de una sequedad desértica, una nube con vientos
de premura planeó unos instantes sobre la ciudad de Alicante. Sus
gemidos y destellos nos desvelaron cuando estabamos en los albores del
primer sueño. Esperanzados, nos asomamos a la ventana a recibir
la esperada nube. No nos resistimos a captar un relámpago que anunciaba
la buenaventura (ver fotografía). Pero al igual que en otras tantas
ocasiones, la nube, portadora de su valioso y preciado elemento natural,
iba de paso. Fuimos testigos de como su celeridad le hizo rebosar una
ínfima parte de su rica carga, fue entonces cuando lamentamos que
no hubiera adelantado su paso y hubiera regado generosamente arenas y pozos sedientos... |