MISCELÁNEA


NO LO OLVIDEMOS


Atardecer en Santa Pola.
Foto: Pedro Pérez

La tierra, el agua, el cielo, todas las formas de vida animal y vegetal, por minúsculas que sean; toda esa naturaleza de la cual formamos parte y sin la cual no podríamos vivir, ni siquiera sobrevivir, la estamos olvidando, ocultando detrás de mamotretos de hormigón, de prisas para no llegar a ningún sitio, de ambiciones materiales que nos reportan dos días de euforia y dos años de sacrificio, de una carrera que nunca termina, de una red que nos atrapa más cuanto más nos metemos en ella.
 
Abramos los ojos, contemplemos su belleza, dejemos de alejarnos de lo que somos, de lo que formamos parte.
 
¡No lo olvidemos!
 
Autor: Pedro Pérez Martínez

 

LA VI PASAR POR LA RAMBLA


Palmera en la explanda de
Alicante.
Foto: Javier Soria
Joven, esbelta y hermosa,
con unos aires de diosa
una falda hasta el tobillo
una blusa de ganchillo
y en la pechera una rosa.
 
Siendo tu cuerpo como es
con la marca de Serrano,
¿qué sierra te habrá parido?,
porque por mucho que digas
que te parió ser humano
no seré yo quien quisiera
al fuego meter la mano.
 
Los adoquines celosos
discutían entre ellos:
¡Hazme sitio de inmediato!,
quiero sentir en mi rostro
el roce de su zapato.
 
Las palmeras entre ellas:
¿Has visto cosa más bella?
nunca vi tanta presencia,
hermosa como una estrella;
hemos de tomar conciencia,
si no se va de la calle
sufriremos competencia.
 
Ya llegó a La Explanada,
y el sol que son sus destellos
la cara le iluminaba
y al mismo tiempo la brisa
su cabello alborotaba
 
Qué belleza, qué elegancia,
qué forma de caminar,
qué manera de atraer
miradas a su presencia.
 
Pero al llegar a la playa
se quitó la falda
que a los tobillos llegaba,
se quitó también la blusa
que de ganchillo llevaba,
se quitó todo el encanto
que a mi me fascinaba.
 
Autor: José Diego González
 

NUBES DE PASO


Relámpago en la noche de
Alicante.
Foto: Javier Soria

Una noche cualquiera de agosto, después muchos días de una sequedad desértica, una nube con vientos de premura planeó unos instantes sobre la ciudad de Alicante. Sus gemidos y destellos nos desvelaron cuando estabamos en los albores del primer sueño. Esperanzados, nos asomamos a la ventana a recibir la esperada nube. No nos resistimos a captar un relámpago que anunciaba la buenaventura (ver fotografía). Pero al igual que en otras tantas ocasiones, la nube, portadora de su valioso y preciado elemento natural, iba de paso. Fuimos testigos de como su celeridad le hizo rebosar una ínfima parte de su rica carga, fue entonces cuando lamentamos que no hubiera adelantado su paso y hubiera regado generosamente arenas y pozos sedientos...
 
¡Ojalá, aquella nube haya recogido nuestros sollozos y los cánticos de esta tierra que pide agua con la garganta seca y patalea por una solidaridad difícil!
 
¡Ojalá vuelva y vierta su frescura sobre nuestras plantas, nuestros campos y nuestros esquilmados pozos!
 
¡Ojalá lloviera con la alegría que recuerdan las corrientes de un Segura transparente, o un Vinalpó con vida!
 
¡Ojalá, la de aquella noche, sea la primera de una caravana de nubes que nos permita ver florecer de nuevo!
 
 
Redacción: Javier Soria